Rodrigo Fernández es interprete, docente de Universidad UNIACC y miembro fundador de la Compañía Danza en Cruz junto con Valentina Pavez, su señora.
La obra “Indio Pavez”, en la que Fernández junto con Pavez son interpretes creadores, es la historia del padre de Valentina, el destacado folclorista, investigador y recopilador, Héctor “Indio” Pavez, fue escrita y dirigida por Pablo Zamorano y ganó el premio especial por investigación patrimonial del Círculo de Críticos de Arte de Chile.
La obra se encasilla dentro del folclor en la Nueva Canción Chilena y es una visión de la vida de Héctor Pavez, que atraviesa la historia de Chile, su identidad, legado y memoria. También atraviesa las biografías personales de cada uno de los intérpretes en la obra.
“Es muy interesante, porque el espectador va a reconocer temas que son un clásico que es la interpretada. Va a poder entender la historia de Chile, un proceso histórico particular, hasta hoy en día, cruzando por las biografías de cada interprete”, nos cuenta Rodrigo Fernández, a lo que agrega: “También hay un cruce generacional. En esta obra estoy yo que soy su yerno, está su hija, su hijo, su nieto, unos amigos. Hay una transversalidad de generaciones que creo que es súper importante para entender ese viaje, esa memoria, esa identidad. Cómo atraviesa una familia la historia de un país y la historia de un contexto social y político muy pertinente en estos momentos”.
Rodrigo Fernández ha estado “siempre en la danza independiente” aunque ha trabajado en compañías oficiales como el Ballet Nacional y el Ballet Municipal. Se formó con Patricio Bunster y Joan Jara. Estudió en Estados Unidos con una beca, en Argentina y estuvo viviendo en México por tres años mientras trabajaba en el Instituto Nacional de Bellas Artes y es ahí donde fundan la Compañía Danza en Cruz. Cuando vuelve a Chile “ya había empezado este boom de las carreras de danza”.
“Nosotros llegamos a Chile, alrededor de 2008, justo en el momento que estaban agarrando vuelo y empezamos a trabajar en distintas universidades hasta que Edgardo Hartley me llama y me ofrece trabajar en UNIACC”, sostiene Fernández y agrega: “Yo acepté y ha sido una experiencia bastante enriquecedora, pese a que es una línea bastante particular de danza espectáculo. Creo que hemos sido un aporte dentro de esa línea en formación de bailarines e intérpretes y como coreógrafo. Llevo harto tiempo en UNIACC y ha sido una buena experiencia. La gente que llega tiene muchas ganas de aprender, de hacer”.
Para Rodrigo existe una diferencia fundamental en los estudiantes de la Escuela de Danza y Coreografía de la Universidad. “Percibo un deseo de aprender, mucha pasión y ganas de bailar, y eso es súper rico” y agrega: “Yo creo que es importante la formación, la base técnica que trabajamos con el cuerpo, pero también hay que trabajar la cabeza, entender el movimiento e incluso tener una opinión sobre él, entender las diferentes corrientes que existen. La transversalidad es importante, sobre todo para un coreógrafo, para generar pensamiento”.
El hecho de tener a profesores y profesoras que siguen ejerciendo lo que enseña es muy beneficioso para los estudiantes. “Creo que es súper importante porque es un aporte para el alumno. O sea, tú estás vivo, estás conectado con la escena, estás conectando con cómo se siente un intérprete, como siente un bailarín y eso el alumno lo recibe, recibe esa energía viva de tu cuerpo que está todavía conectado con la escena”, sostiene Fernández y finaliza: “Creo que es un aporte muy importante en ese sentido”.