El egresado de la Escuela de Teatro y Comunicación Escénica es el director y fundador del Centro MB2 para la Experimentación de las Artes, centro inaugurado en Arica en 2015.
Para Fernando Montanares, lo más importante de esta experiencia en el extranjero ha sido “reafirmar la idea de que el teatro necesita convicción y, sobre todo, un profundo entendimiento del rol social que debe tener el arte que desea transformar a la sociedad”.
Actualmente, Montanares se encuentra en Toga, en la prefectura de Toyama, en Japón, “tomando la Escuela de Verano de Tadashi Suzuki, en su método de actuación. Este director teatral tiene un método específico de entrenamiento actoral, el que he estado siguiendo desde el año 2014 y que funda la filosofía del Centro MB2 para la Experimentación de las Artes”.
“También estuve recientemente dos semanas en Grecia, estudiando en el Epidaurus Lyceum, institución académica desarrollada por el Athens and Epidaurus Festival. En este lugar he podido profundizar en los conceptos de ciudadano y ciudadanía desde el teatro, además de haber actuado en el antiguo Teatro de Epidauro, el teatro occidental más antiguo funcionando en el mundo (nota de la R: construido en el siglo IV a. C.), lo que es sin duda un honor para un ariqueño”, comparte.
En 2016, Montanares obtuvo la Beca Aporte País de la Fundación Mustakis, la que consistió en 8.300 dólares para un curso de formación cultural y artística, en el programa OYL Theater, en Papingo, Grecia.
-En Grecia, ¿cómo se produjo la oportunidad de actuar en el Teatro de Epidauro? ¿En qué obra y cuándo fue?
Este año fui seleccionado para participar del Epidaurus Lyceum, una instancia pedagógica en el antiguo teatro Epidauro, que reunió a artistas profesionales de todo el mundo. Tomé dos talleres: uno llamado “La Responsabilidad de la Polis”, con la Griffon Dance Company de Grecia; y otro de “Ópera de Beijing como elemento performativo en continuidad”. Con este último tuvimos nuestra presentación final de escenas de la obra griega “Medea”, en el Teatro Epidauro.
-¿Cómo te enteraste del método de Tadashi Suzuki?
Mientras era estudiante de Teatro y Comunicación Escénica leí un libro llamado “La Preparación del director” de Anne Bogart. Esta directora habla sobre el trabajo de su amigo Suzuki y quedó siempre resonando en mi cabeza. De algún modo, las clases con Rodrigo López en primer año tenían una raíz oriental en su forma de entrenar. Luego, en tercer año, conocer la Danza Butoh, con Carla Lobos, me había dado nociones de lo que son maneras de aproximarse a un arte de Oriente.
Todo lo que leí sobre Suzuki claramente me fascinó y quería saber más. Cuando gané la Beca Santander para estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de México, Unam, tuve la posibilidad de postular a un financiamiento en Skidmore College, el que me permitió cursar un intensivo en el Método Suzuki y Viewpoints con SITI Company, en 2014. Desde entonces no me he detenido en seguir este método tomando clases en España, Grecia, Estados Unidos y ahora en su lugar de nacimiento, Toga-mura, Japón.
-¿Qué es lo que más destacas de lo que has aprendido con este método?
El método Suzuki te enseña a usar la energía animal del cuerpo en una forma muy estructurada y potente, que te lleva constantemente al límite del esfuerzo físico. Es un entrenamiento para actores, para llegar a una actuación de alto nivel emocional y de mucha precisión. Además, te obliga a dejar la individualidad para entender el trabajo con el espacio y con los otros, porque necesita de una relación viva con el entorno. Los actores de la compañía, además de actuar, cocinan, limpian y conversan con todos. Esa es una lección de humildad importante, la más importante, creo yo.
Imágenes: cortesía de Fernando Montanares
Universidad UNIACC