Decano de Comunicaciones estrena obra sobre María Callas. A cien años de su nacimiento, ocurrido el 2 de diciembre de 1923, el mundo de la ópera y del teatro recuerdan a la que fue la cantante lírica más importante del siglo XX, la gran María Callas.
“No fue sólo una gran cantante; eso sería minimizarla. Fue una artista imprescindible, una creadora de enorme poder generativo, reflexivo e interpretativo que rompió con convenciones largamente arraigadas y que propuso e impuso una nueva vida para la ópera”, dice el periodista Juan Antonio Muñoz, autor del texto de “La última noche de Maria Callas”, coproducción de la Corporación Cultural de Las Condes que se estrenará el sábado 19 de agosto, bajo la dirección de Claudio Pueller y con la actuación estelar de Solange Lackington.
Para Claudio Pueller este es su segundo trabajo junto a Muñoz, con quien puso en escena en 2022 “El sueño de Shakespeare”, también en Las Condes. “Ha sido un trabajo intenso y de gran aprendizaje. El personaje es enorme y el texto es muy exigente porque está entendido como una gran reflexión justo antes de la muerte. De hecho, he planteado que Maria esté muerta al inicio y se levante de su cama para recordar. La música y la verdadera imagen de Maria estará a través de fragmentos de videos y grabaciones; un trabajo de gran belleza de Pablo Llao, quien ya nos acompañó con Shakespeare”.
Solange Lackington, tras su éxito como Gabriela Mistral, asume ahora el desafío de dar vida a este monólogo que imagina a María la noche antes de su muerte. “Ella hace una suerte de revisión y analiza su vida como artista y como mujer. El texto es extraordinariamente hermoso y va dando cuenta de la experiencia interpretativa de Maria, pero también de su enorme soledad y de su necesidad, nunca satisfecha realmente, de ser amada”, dice la actriz. “Hemos trabajado mucho en el texto; de hecho, lo hemos deconstruido en conjunto para dejar sólo lo esencial. Desde que llegó a mis manos, me enamoré de cada palabra”.
¿QUIÉN FUE MARIA CALLAS?
Maria fue “un genio”, como declaró la soprano alemana Elisabeth Schwarzkopf, quien decidió no volver a cantar más La traviata después de ver a María Callas en el papel protagónico: “Por ella supe cómo debía ser Violetta”, dijo, aceptando con humildad que su amiga griega era inalcanzable.
Muñoz agrega que “Callas demostró que las técnicas interpretativas del teatro podían dar a la ópera una dimensión distinta, puso el pie encima a tradiciones falsas y protagonizó una portentosa revolución musical, vocal y dramática, que lidera hasta nuestros días. Nadie ha logrado, hasta ahora, ir más allá que ella en la construcción de sus grandes roles: Norma, Medea, Violetta Valéry, Lucia di Lammermoor, Imogene, Elvira, Leonora, Amina, Anna Bolena, Lady Macbeth, Gioconda, Tosca… Además, cuánta música vocal parece de menor calidad sin ella como intermediaria”.
Maria atrapó el espíritu de la antigua tradición italiana de canto y avanzó excitando la imaginación del espectador con dos elementos esenciales del teatro cantado: capacidad de evocación y verdad dramática. A cien años de su nacimiento y 46 de su temprana muerte, su arte permanece como un misterio. Como dice el crítico de ópera Francisco José Folch, recordando a Carl Jung: “Ella activa los mecanismos profundos de la mente”.
LA CREACIÓN DE LA OBRA
Poco después del 16 de septiembre de 1977, día de la muerte de Maria Callas, el sello EMI lanzó al mercado un álbum doble en vinilo con una selección de arias cantadas por ella.
“Yo tenía 14 años y mi pasión por la ópera era naciente”, recuerda Muñoz. “Haciendo un gran esfuerzo financiero, mi papá me regaló los discos, sin saber —quizás— que estaba dando un paso definitivo para lo que sería mi vida.
“Regnava nel silencio”, de Lucia di Lammermoor (Donizetti), fue la primera de las arias que escuché en voz de Maria Callas. El mundo se me dio vuelta. No sé cómo transmitir la forma en que esa voz, esas inflexiones, ese sentido dramático, comenzaron a vivir en mí: entendí muchas cosas sobre el arte, sobre la vida trascendente, sobre mí mismo incluso. Así de enorme fue su influjo desde entonces”.
“Cuando se me propuso escribir una obra de teatro sobre Maria, en principio me negué. No lo creía posible y, menos todavía, una vez que estuviera escrita, conseguir a una actriz capaz de interpretarla. Pero un día, en conversación con mi amigo Gonzalo Montero, apareció ante mí una idea: Maria Callas, la noche antes de su muerte. La idea rondó mi mente varias semanas y fue sedimentando lentamente, pero no lograba escribir ni una sílaba. ión”.
Un día, le hablé: “Maria, ayúdame en esto. Dime qué tengo que hacer”. Eso fue un viernes. El sábado por la mañana me levanté temprano, desayuné y me puse al computador. Prendí una vela delante del busto de Maria esculpido por Enrique Campuzano que tengo en la sala de mi casa, y me lancé. No supe de mí. Escribí como poseído, recurriendo para ello a mi experiencia personal de Maria y también a muchas de sus declaraciones y cartas. Sin saber cómo, de pronto surgía un punto en específico que era necesario abordar y las palabras llegaban a mí sin dilac