Columna de opinión
“El universo es muy grande, nadie conoce sus bordes y se sigue expandiendo momento a momento. En algunos rincones emergen galaxias que parecen manchones en el cielo y que son gigantes, grandes mundos donde habitan seres curiosos para los que miran desde la Tierra.”
Con esta introducción, se invitó a 13 escuelas de la Región de Valparaíso y Región Metropolitana a imaginar nuevas formas de aprender y enseñar. La actividad formó parte el día 08 de agosto recién pasado, de la Sexta Escuela de Invierno del Centro de Investigación por la Educación Inclusiva de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso titulada ¿Para qué voy a la escuela? Otros universos educativos son posibles.
Inspirada en el Congreso Pedagógico realizado por el Ministerio de Educación en 2023, esta versión del evento retomó los fundamentos de preguntarse respecto a que, cómo, cuándo y dónde queremos aprender, para problematizar sobre el sentido de lo educativo y la escuela en el Siglo XXI.
Además del taller, el evento contó con una mesa redonda compuesta por representantes de diversas organizaciones de la sociedad civil. En ambos casos se reflexionó sobre las preguntas ya mencionadas, pensando en lo educativo desde lo intra y extraescolar.
Interesantemente sus propuestas coinciden en algunos conceptos claves con lo recogido en el Congreso Pedagógico. Uno de los aspectos destacados fue la idea de una construcción colectiva que, según participantes y expositores, refiere a dimensiones como el trabajo con las familias y comunidades y la pertinencia contextual -territorial, cultural, natural, etc.- del proceso escolar.
¿Qué sabemos sobre enfoques colectivos y comunitarios en educación?
Ahora bien, además de ser de interés de las comunidades educativas y diversos actores de la sociedad civil, estas inquietudes tienen un correlato en investigaciones cuyo enfoque es el que Driscoll y Goldring (2005) denominan escuela y desarrollo comunitario.
Esta perspectiva entiende a las escuelas como instituciones públicas y estables dentro de un contexto, analizando experiencias de liderazgo educativo que promueven alianzas colaborativas, ya sea para la mejora escolar y/o lograr un impacto en territorios y grupos humanos del entorno.
En un artículo publicado hace unos años (Roth & Volante, 2018) detectamos fundamentalmente tres variantes. En la primera se espera que las alianzas tengan una influencia positiva en aspectos intraescolares tales como resultados académicos, inclusión, bienestar y seguridad, entre otros.
En una segunda variante, cuyo mejor ejemplo son las escuelas multiservicio, se entiende la trayectoria escolar como un proceso amplio. Son experiencias que se enfocan en el bienestar integral, en el entendido que los estudiantes, familias y vecinos, tienen necesidades de todo orden que necesitan cubrir.
En estos casos, el trabajo con otras organizaciones sociales, servicios públicos de salud, trabajo social y deporte-recreación, etc. y la vinculación con los gobiernos locales es central. Básicamente las escuelas abren sus instalaciones para hacer converger a personas y entidades en un beneficio mutuo.
Por último, se observan iniciativas cuya finalidad es tener un impacto extraescolar en el mediano y largo plazo, promoviendo determinados valores sociales y abordando problemáticas sociales tales como la discriminación, segregación o desventajas motivadas por diversidades tales como clase social, género, raza y etnicidad.
Aportes desde escuelas y la gestión municipal
En cuanto al panorama local, a lo largo de varios años de trabajo en terreno con diversos establecimientos escolares, hemos detectado experiencias y proyectos guiados por este enfoque. Muchas veces gracias a la motivación, ímpetu y la autogestión de personas específicas.
Si bien el Nuevo Marco para la Buena Dirección del año 2015 incorpora la Convivencia y participación de la comunidad escolar como una de cinco dimensiones, no es un ámbito que goce de oportunidades transversales de formación y aplicación, quedando relegada por detrás de otros aspectos de la gestión educativa.
Es por lo que muchas de esas iniciativas dependen de directores y sus equipos, profesores o estudiantes y sus familias, que hacen esfuerzos considerables por balancear los requerimientos formales del sistema escolar con proyectos propios que favorezcan alianzas colectivas y colaborativas.
Particularmente en uno de los establecimientos, observamos que para perseguir múltiples propósitos y ser capaces de aumentar y profundizar sus redes, el director gestionó los recursos económicos y humanos para ampliar su equipo para potenciar las iniciativas y delegar funciones.
En ese marco, por ejemplo, la dupla psico-social compuesta por psicólogo/a y trabajador/a social también vio aumentada su participación más allá de las labores predeterminadas por el decreto de sus cargos, contribuyendo acciones conjuntas con otras unidades en una lógica de mirar hacia lo social más allá del aula.
Por su parte, establecieron una dinámica interesante dentro del contexto municipal. Debe considerarse que si bien se transita hacia los nuevos Servicios Locales de Educación (SLEP), hoy en día solo existen 15 de los 70 proyectados. Así, los municipios no solo siguen relevantes en tanto sostenedores, sino que, según la norma, deberán cumplir roles de complemento y colaboración con los servicios locales.
Básicamente, existe una serie de vínculos legales, formales y obligatorios entre cada escuela y su sostenedor, sin embargo, cuando existen determinadas voluntades, también hay espacio para la creación de otras instancias. Así, en este caso la dirección, convivencia escolar y UTP participaban en anillos profesionales promovidos por la autoridad local.
Para fortalecer el trabajo, poder participar activamente e instalar sus propuestas y necesidades, los directores se reunían además en un consejo independiente, no mediado por la corporación municipal, de tal forma de generar sinergias y esfuerzos conjuntos que pudieran instalarse en los anillos.
Este es un excelente ejemplo de como municipios y escuelas pueden encontrarse a medio camino, facilitando la ejecución de metas educativas a la vez que promoviendo el trabajo en redes tanto formales como voluntarias, que permitan articular iniciativas con foco familiar y comunitario desde los establecimientos.
Lo realmente relevante sería entonces, ser capaces de identificar estos deseos y necesidades percibidas por las distintas voces del mundo educativo y entenderlos como una oportunidad de mejora donde mayor acompañamiento y más recursos pueden facilitar la creación y ejecución de proyectos de este tipo.
Constituye entonces un llamado no solo a proveer de capacidades y oportunidades transversales desde el sistema escolar, sino también a los representantes, administrativos y gobiernos locales para permitir, proporcionar recursos y movilizar la educación hacia un presente que acoge estas demandas sentidas.
Para mayores detalles e información
VI° Escuela de Invierno del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva, 2024 https://eduinclusiva.cl/escueladeinvierno/escuela.html
Artículo “Liderando alianzas entre escuelas, familias y comunidades: una revisión Sistemática” (Roth & Volante, 2018) https://revistas.ucm.es/index.php/RCED/article/view/53526
Sobre la autora:
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales UNIACC
Antropóloga de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, magister y doctora en Ciencias de la Educación (PUC).
Es parte del grupo de Zukonnect Fellows 2023-2024 de la Universidad de Konstanz en Alemania.